viernes, 3 de agosto de 2018

Un canto al árbol










Un canto al árbol

No habría papel suficiente, para hablar del árbol y sus derivados; incluso este mismo papel, sacado de la celulosa de los árboles. El papel es un excelente soporte para plasmar y transmitir muchas cosas en libros, periódicos, documentos, grabados ..., incluso dinero.

 La piedra y el árbol transformado en madera, han venido siendo desde siempre, la materia noble por excelencia. Ya dice el refrán: quién a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija; otro: el que está bajo el árbol se come la mejor pera.

El árbol en todas sus variedades, ha sido desde siempre el remedio a la humanidad. Incluso con la llegada de las edades del bronce y el hierro, no perdió protagonismo; tampoco con la llegada de los productos químicos, tan importantes hoy en día, se ven relegados estos materiales nobles: la piedra y la madera.

Voy a enumerar algunos utensilios, muebles, etc., que nos fueron indispensables a lo largo de nuestras vidas; principalmente del siglo XX hacia atrás. 

De “madera” era la cama donde nuestra madre nos parió; de madera fue la cuna que nos meció; de madera era el taca-taca que nos sostuvo mientras aprendíamos a caminar; de madera eran los juguetes con los que jugábamos: la peonza, la talla, el tiratacos, el romance; de madera eran la cuchara y la escudilla que usábamos para la alimentación (muy antiguamente); de madera era la mesa donde comíamos; de madera era la banqueta donde nos sentábamos; de madera era el lapicero con el que aprendimos a escribir.

 De madera eran les madreñes que nos protegían los pies; de madera eran los arados y máquinas de labranza; de madera eran los carros y carretas; de madera era el yugo que unía a los animales de tiro; de madera los pesebres de las cuadras; de madera eran los lagares; de madera eran los barriles que maduraban el vino y la sidra; de madera eran las viviendas; de madera eran todos los mangos y asas de las herramientas; de madera eran los capazos para llevar la comida a la fábrica.
De madera eran las lanchas de los pescadores; de madera eran las traineras, los botes, los chinchorros; de madera eran los barcos de la marina: galeones, corbetas, carabelas, naos; de madera eran los puentes.
De madera era el combustible con el que nos calentábamos y cocinábamos en cocinas y llares; de madera eran todos los muebles de una casa; de madera era el bastón de nuestros mayores.
Y por último, de madera era la Cruz de Cristo y las Tablas de La Ley de Moisés.
                                                                                                                                                                                      
Los árboles antes ocupaban los espacios de tierra firme en sus distintas variedades manteniendo así una atmósfera limpia y respirable. En los bosques nacen y se crían los pájaros, incluso algunos construyen sus nidos dentro de los propios árboles, como el pájaro carpintero. El resto de animales salvajes, desde los más pequeños hasta los mas grandes, podía vivir al cobijo del bosque, había sitio para todos, las talas solo eran las justas, hoy son una especulación.
Los árboles atraen las lluvias, tan necesarias para las cosechas.

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Las lanchas de los pescadores: de madera era el casco, los mástiles, los remos, las varas para pescar bonitos, las agujas de coser las redes; también de madera eran los baldes de llevar la comida a la mar. De finas tiras de madera eran los “paxos” para trasportar la pesca. De madera era “el tingláu”, en la explanada del muelle, donde se ponían a secar las redes, después de darles un baño protector.

Las viviendas: los andamios para construirlas, las vigas, los suelos, puertas y ventanas, el entramado que soporta el techo.
Los hórreos, algunos íntegramente, exceptuando las llávanas de los pegoyos.

El juego de los bolos: íntegramente de madera.
Las ruedas: de carros, carretas, también de carretes de hilo para coser la ropa.
Los baúles antiguos, las maletas de cartón, las cajas para embalar, útiles de aseo.
Los escenarios de los teatros.
Más cosas que quedarán en el tintero.

Los árboles nos dan ricas y nutritivas frutas, adornan nuestros parques y jardines.

Los árboles también nos honran a las personas, seamos reyes ó lacayos, ricos ó pobres, nos visten con el mismo traje, a todos la misma prenda: un ataúd de madera.

Enrique Granda O.
Año 2002